¿Qué
ocurriría si a todas las personas que conoces dejasen de tener tiempo? Esto es
lo que empezaba a ocurrir en la ciudad en la que habita Momo, el entrañable
personaje de Michael Ende de la novela que lleva su nombre.
Una
nube gris de tristeza empezaba a adueñarse de todas y cada una de las personas
de la zona, y comenzaba a afectar a los amigos de Momo. Ya no la visitaban, ya
no iban en su busca para contarle nada... algo terrible estaba a punto de
suceder... venían los hombres grises, se habían extendido por toda la ciudad,
aunque nadie fuera capaz de verlos.
Se
trataba de unos ladrones del tiempo, que vivían del tiempo que nos robaban a
los seres humanos.
Los
hombres grises tenían la piel gris, llevaban ropa gris, una maleta y un
sombrero grises, hablaban con una voz cenicienta y siempre tenían un cigarro
gris encendido en la boca... todo gris.
¿Por qué? Porque el tiempo robado de un hombre
es un tiempo muerto... es un tiempo gris.
Ellos
nos engañaban haciéndonos ver el tiempo
que perdemos en tonterías, en lugar de dedicarnos tan sólo a trabajar, y
ahorrar el resto del tiempo. Los hombres grises se dedicarían a ahorrar ese
tiempo en una gran caja de ahorros de forma que cuanto más tiempo ahorrasen los
hombres más ricos serían... Y los hombres y mujeres cayeron en la trampa sin
saber que el tiempo que creían ahorrar era un tiempo robado...
Lo
que nunca podrían imaginar estos ladrones, es que la pequeña Momo llegaría a
transformase en su gran enemigo y que Momo tenía unos nuevos aliados que al
igual que ella sabemos apreciar el
tiempo, sabemos escuchar, sabemos compartir,y somos las únicas personas capaces
de robar a los hombre grises el tiempo que nos han robado.
Junto
con Momo, nuestros socios y socias hemos robado el tiempo a los hombre grises y
hemos creado nuestro propio Banco del Tiempo.
El
tiempo es una riqueza, y Momo descubrió que hay riquezas que lo matan a uno si
no se pueden compartir.
De
ti depende compartir tu riqueza, que es tu tiempo, tu vida... no dejes nunca
que haya hombres grises que te lo roben... el tiempo sólo se pierde cuando ni
lo vives ni lo compartes.
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